30/12/07

LA BOHÈME DE PUCCINI: SOBRE LA OBRA, LA ÉPOCA Y EL "REALISMO"

Creo que el papel del escenógrafo debe situarse, a veces con mucho esfuerzo, en el rol de "servidor del espectáculo". Sencillamente porque no es el propietario absoluto de la imagen que recibirá el público. Existe un autor, un director, actores, e incluso otros artistas plásticos que lo acompañan en la resolución de un problema muy complejo: que no es otra cosa que contar y mostrar una historia determinada.En vano, es entonces, querer imponer un "estilo", a veces caprichosamente.

Cada obra de teatro, cada ballet, cada ópera, tienen "su mundo" y ese espacio que creamos es especial y "único" para cada espectáculo que encaramos. El secreto estará, entonces, en adentrarnos y descubrir ese "mundo" que habitarán los personajes (actores, cantantes, bailarines) y proponer una estética acorde. El autor cuenta una historia y muchas veces se vale de ella como metáfora de una problemática que quiere expresar (política y/o económica y/o social y/o humana). En este caso vale coincidir con la idea o contraponer otra interpretación que nos exprese. Otras veces, el autor, solo quiere contar una historia sin otras intenciones que no sean la belleza y la poesía. Y esto, así creímos, es el caso de Puccini con su hermosa Boheme.

La música y fundamentalmente esta historia de amor, tan creíble, están amalgamadas en una ópera de extrema belleza, donde nada es superfluo y contada casi con un ritmo cinematográfico. No por algo es una de las óperas clásicas mas representada en el mundo. Hay obras que merecen (y piden) abstracción. Hay surrealistas, hay totalmente oníricas, las hay atemporales, etc. Pero hay, por cierto, aquellas que solo les cabe el "realismo" porque necesitan de una época y de un entorno espacial adecuado a lo que cuentan. Entonces,a quienes nos inclinamos por lo "avanzado" por lo "novedoso", lo "diferente", anteponerlo no resulta mas que un capricho, muchas veces petulante y por ende superfluo.

Puccini ubica esta historia en 1840 en el barrio latino de París, pero la escribe y estrena en 1896. Rodeado de esa vida bohemia de pintores, músicos, poetas y filósofos que también compartían ese "mundo" tan rico intelectualmente que gestará los artistas que revolucionarán las artes y hasta la historia del siglo XX

Ese mundo de Picasso, de Toulouse Lautrec, del mismo Puccini, tan real como se pudiera, es en definitiva lo que convenimos con Willy Landin en tratar de lograr: Un "realismo" no "tradicional" sin "estilizaciones pictóricas" ni "repostería formal".

Un realismo creíble y sólido donde todo lo que parece ser: ES.






La Bohème Act IV

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