EL PENTAGRAMAEs el bar con mas historia de Malasaña. Su momento más glorioso coincidió con la movida, cuando muchos músicos de los que se acercaban a tocar en El Sol, se tomaban unas copas en este local y en La Vía.
Por Nacho Béjar... y luego por la noche, al Penta iban llegando muchos de los personajes que aparecen hoy en la orla que retrata la promoción que sacudió culturalmente esta ciudad a principios de los ochenta.
Para mucho gente el Penta es conocido o famoso, por ser citado en uno de los más importantes himnos del pop español: Chica de Ayer (Nacha Pop 198
0). Pero el hecho de que aparezca nombrado, prueba que aquél era ya un sitio conocido. Lejos de ser sólo un bar de músicos, el Penta actuó como un imán para todo aquél que sentía algún tipo de inquietud creativa: pintura, literatura, fotografía, cine, radio, televisión, etc. Ese fue sin duda uno de los factores que posibilitó y facilitó la expansión y el desarrollo de la enorme ola que cambió para siempre el estático y pálido aspecto que la cultura madrileña ofrecía en ese momento. La comunicación e interrelación entre artistas y divulgadores realimentó y amplificó la obra de los creadores, y el Penta fue uno de los locales donde se produjo ese encuentro. Algo mágico había en aquel bar.
Hoy han pasado 25 años desde que el Pentagrama abriera sus puertas. El interior del local no tiene nada que ver con lo que fue. Ha cambiado de dueños en un par de ocasiones y nadie de los que vivieron aquellos años sigue detrás de las barras. Solo algunas fotos y varios cuadros repletos de entradas de míticos conciertos certifican la solera del local. Pero hay algo más. De alguna forma misteriosa, el espirítu de El Penta ha sido mantenido y transmitido de dueño a dueño, de una generación a otra. Como el secreto que guarda la fórmula de algo artesanal. Muchos de los antiguos clientes dirigen hoy la cultura de este país. Para los que visitan el bar después de muchos años, puede que el local no les resulte conocido, pero la música que resonó en aquellas paredes sigue vibrando como una reverberación interminable. Y si cierras los ojos y escuchas las canciones que hoy mueven el aire del local puedes viajar instantáneamente veinticinco años atrás y recuperar aquella atmósfera. Me sigue gustando la discoteca del Penta. Es cierto que en el fin de semana suena cualquier Hit con fecha de caducidad, pero se sigue poniendo buen pop. Pop británico, pop americano, pop español....mucho pop.
El Penta es como los aeropuertos, nunca cierra, y entre semana tiene un tránsito ligero que permite descubrir con total tranquilidad la esencia de este local: Graham Parker, The Romantics, Any Trouble, Phil Seymour, The Records, Elvis Costello, Marshall Crenshaw, The Stranglers, Bob Seger.....todos ellos están allí cada noche.
Hoy me dejaré caer por allí, saludaré al portero al entrar, adaptaré mis ojos a la luz y alzaré mi copa para brindar por veinticinco años más.
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SALA EL SOLFundada en 1979, en plena transición política en España, esta sala de conciertos supuso la lanzadera para muchos grupos hoy consagrados del panorama nacional. Está ubicada en el centro
de Madrid, a pocos metros de la Puerta del Sol. Ha sido club de referencia para la movida madrileña y eje de la modernidad de la época. Hoy como ayer, El Sol continua fiel a su filosofía que la hizo poseedora de la confianza de todos los aficionados a la música.Servando Carballar, de Aviador Dro, recuerda hoy precisamente con especial cariño los conciertos de Alaska y los Pegamoides de esta sala. "Te encontrabas a los amigos, cotilleabas y veías a Olvido, Carlos, Nacho, Ana Curra... Era genial. También los conciertos de La Mode eran espectaculares". "El Sol fue una de las primeras salas donde actuamos en Madrid, junto a El Jardín, El Escalón... También era uno de los locales mejor preparados y siempre tuvimos un público muy dispuesto. Tocar en El Sol constituía una parte más de la Movida, tenía su glamour. Es significativo que hayan sobrevivido como sala. Es realmente difícil en esta ciudad".
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ROCK-OLA
Mítica sala que desde comienzos de la década de los 80 sirvió como crisol de una subcultura juvenil que desde un tiempo atrás permanecía dispersa y sin referen
cias claras. Rock-ola, sita en la calle Padre Xifré, 1, metro Cartagena (hoy convertida en un establecimiento comercial relacionado con la automovilística) fue un emblemático lugar donde convergían todo tipo de manifestaciones culturales, aunque la música ocupaba un plano primario. Por Rock-ola pasaron cientos o miles de grupos nacionales. Nacha Pop, Alaska, Los Secretos, Ramoncín, Loquillo, Glutamato ye-ye, Rubi y Los Casinos o Gabinete Caligari habían realizado allí sus primeros conciertos. Aunque también había acogida actuaciones internacionales como Simple Minds o Depeche Mode. En esta sala emblemática y pionera no sólo se daban conciertos, sino que también se mostraban exposiciones de arte y moda, se hacían actuaciones humorísticas y teatrales, se organizaban concursos y también funcionaba como una discoteca donde poder bailar este tipo de música, lo cual no era muy habitual en aquellos tiempos. Era el punto de encuentro obligado de todas las tribus urbanas, sobre todo de la "postmodernidad". Estar en Rock-Ola era como estar en el arca de Noé; la mezcla de rockers, mods, punkis, tecnos, nuevos románticos, todos apiñados y encantados, era algo bíblico. Parecía como si en exterior estuviera el diluvio universal y lo de dentro sirviera para perpetuar la especie.
La bomba explotó en el verano del 85, cuando en una pelea un mod asestó un navajazo a un rocker acabando con su vida, a las mismas puertas del Rock-Ola. Por ello la sala tuvo que cerrar sus puertas indefinidamente por orden judicial.
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LA VÍA LÁCTEA:Otro garito legendario en Malasaña es La Vía Láctea. Desde 1979 ha sido el fondo en el que todo f
igurín del mundillo alternativo -especialmente en los primeros ochenta- quería hacerse la foto. Almodóvar, Moncho Alpuente, García-Alix o Ceesepe se las tomaban allí, rodeados por imágenes de las viejas estrellas de Hollywood o reproducciones psicodélicas de, la Capilla Sixtina pintadas por Las Costus o Moncho Algora. Ácratas, libertarios, y aspirantes a artistas hacían cola para entrar. La que fuera una antigua carbonería se convirtió en uno de los templos de la modernidad. López Artiga se muestra modesto al recordar esa época: "Madrid era un desierto; había unas 60 personas que se movían, seis garitos, dos revistas y cuatro programas de radio. Todo muy deslavazado. La Vía les vino de perlas como punto de encuentro".
En la actualidad, mantiene el mismo espíritu que en sus orígenes, aunque la música, aparte del pop, también ponen rockabilly, rock'n'roll, soul, latin jazz. En fin, muy variado. La decoración completamente ochentena permanece dándole carácter y personalidad. La clientela sigue siendo de lo más diversa y variopinta.